Amenazan con quitarles sus casas a vecinos de Vista Alegre y Fracc. del Arco


Residencia de la calle 20 con 23 del fraccionamiento del Arco. Las viviendas se encuentran en terrenos particulares desde hace más de 40 años, situación que quiere distorsionarse por parte de una mafia inmobiliaria de la cual forma parte Rebeca Buenfil Méndez 

En una operación más de la red inmobiliaria, decenas de vecinos de dos fraccionamientos del norte de Mérida anfrontan la amenaza de perder sus casas


Directivos del ejido de Chuburná, asesorados por una exfuncionaria de la Procuraduría Agraria, amenazan con quitarle sus casas a más de 120 vecinos de los fraccionamientos del Arco y Vista Alegre, en el norte de la ciudad, que, dicen, habría construido en terrenos de ese ejido hace más de 40 años.

Por medio de un proceso judicial, al parecer amañado, los ejidatarios piden a los vecinos la restitución de sus tierras o una indemnización económica.

De acuerdo con testimonios recogidos por reporteros de Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, la mayoría de los afectados, personas de la tercera edad y jubilados, no tiene los recursos para pagar esas indemnizaciones ni los honorarios de un abogado.

Reportaje de Central 9 de Diario de Yucatán publicado el 28 de Diciembre en la Sección Local


No obstante, formaron una asociación para enfrentar juntos el problema y solicitar el apoyo de los defensores de oficio del Tribunal Unitario Agrario del Distrito 34, donde se ventila la demanda en su contra.
Según Russell Santos Morales, uno de los directivos de esa asociación, la demanda del ejido es infundada y sus pruebas, mapas de 1975 y 1986, están notoriamente alterados.

Caso parecido

De acuerdo con datos recogidos por Central 9, este caso es muy parecido al del fraccionamiento Los Álamos, ubicado enfrente a Del Arco.

En 1994 el ejido de Chuburná demandó a los dueños de ese fraccionamiento con el mismo argumento, construir en terrenos ejidales.
Al final, recuerda Santos Morales, los de Álamos perdieron el juicio y pagaron una indemnización a los ejidatarios, “pero eso no significa que pasará lo mismo con nosotros. Ellos se dejaron ganar intencionalmente y firmaron acuerdos muy oscuros con el ejido”.

La demanda contra los vecinos del fraccionamiento Del Arco la presentó el presidente del comisariado ejidal de Chuburná, Baltazar de los Reyes Huchim Ramos, en agosto de 2017, con la asesoría de la abogada Rebeca Buenfil Méndez, quien durante muchos años fungió como visitadora de la Procuraduría Agraria.

Este fraccionamiento de encuentra sobre la calle 20, entre las avenidas Correa Rachó y Yucatán, y colinda al norte con el Centro Deportivo Bancario. Vista Alegre se inicia sobre la misma calle 20, pero cruzando la Correa Rachó, hacia el poniente.

En el primer fraccionamiento hay alrededor de 320 predios y en el segundo otro tanto, pero la demanda solo afecta a 55 casas en Del Arco y 60 en Vista Alegre, aproximadamente.

El Tribunal Unitario Agrario admitió la demanda del ejido y en septiembre de 2017 comenzó a entregar las notificaciones, afirma Santos Morales. En Vista Alegre este proceso empezó recientemente.

Convenio
“La abogada Buenfil Méndez entregaba personalmente, casa por casa, esas notificaciones y decía a los vecinos que el Tribunal ya tenía las pruebas donde se demuestra que una parte de esos fraccionamientos es del ejido”.
“No tienen manera de salvarse de esto”, amenazaba la abogada, según Santos Morales.
La entrega de las notificaciones por parte de la asesora ejidal es ilegal, porque esa es una diligencia exclusiva de los actuarios del juzgado, añade Jesús Antonio Pacheco Gasca, otro de los vecinos afectados. “Empero, ella lo hacía para asustarnos y preparar el terreno para ofrecernos una solución: firmar un convenio mediante el cual el vecino aceptaba pagar $200 por metro cuadrado de su propiedad”.
La superficie promedio de las casas en el fraccionamiento Del Arco es de 300 metros cuadrados, las más grandes tienen 350, de modo que cada convenio implicaba un promedio de $60,000, explica Pacheco Gasca.
Si lo pagan se acaba el problema y el ejido se encarga del proceso para regular los terrenos, prometía la abogada Rebeca Buenfil Méndez.
“¿Cómo podemos firmar un convenio sin tener la certeza de que nuestras casas se construyeron en terrenos ejidales, respondíamos”, agrega Santos Morales, “pero ella insistía en que tenía todas las pruebas, pero sin mostrarlas”.
Amenaza
“No explicaba nada, simplemente decía que estábamos sobre terrenos ejidales y por eso debíamos pagar al ejido, que no quería nuestras propiedades, sino la indemnización correspondiente”, afirma Pacheco Gasca.

“Ella fijaba el precio del metro cuadrado y trataba de coaccionarnos con el convenio, aunque no existía, como hasta la fecha, sentencia judicial sobre el caso”, añade. “Si todos hubiesen aceptado firmar, el ejido se habría embolsado, ‘bajita la mano’, $7.500,000”.

De acuerdo con los entrevistados, cuando la licenciada Buenfil Méndez no podía convencer a los vecinos de firmar el convenio, ordenaba al actuario entrar en el domicilio con la notificación.

Este funcionario judicial se trasladaba en el auto particular de la abogada y respondía solo a sus indicaciones, “lo que evidentemente es ilegal”, precisa Santos Morales.

Muchas de esas notificaciones estaban, además, mal hechas porque traían equivocados los nombres de los demandados.

De todos ellos, solo cuatro o cinco vecinos del fraccionamiento Del Arco firmaron el convenio, porque, argumentaron, tenían dinero para hacerlo y no querían meterse en líos.

“¿Qué vamos a hacer?”
A principios de este año, sin embargo, el actual magistrado del Tribunal Agrario, Luis Antonio Betancourt Sánchez, desconoció esos convenios —a diferencia de su antecesor Juan Rodolfo Lara Orozco, que dejó el cargo en enero, que sí lo hizo— porque a juicio de Betancourt aún no se determina si, en efecto, esas tierras pertenecen al ejido de Chuburná.

De cualquier modo, la gran mayoría de los vecinos del fraccionamiento Del Arco rechazó el convenio, pero eso no resolvió el problema.

“El 97 por ciento de los propietarios de las casas de ese lugar son jubilados y muchos, incluso, ya donaron sus propiedades a sus hijos”, afirma Santos Morales. “La mayoría tiene ingresos de $6,000 a $8,000 y no pueden pagar las indemnizaciones ni los honorarios de un abogado”.

De hecho, los vecinos contactaron a uno que les pretendía cobrar $50,000 por cabeza, no obstante que, según él, de todos modos el caso estaba perdido, porque pasaría lo mismo que en Los Álamos.

Al oír esto los vecinos palidecimos, recuerda Santos Morales. “¿Qué haremos, vamos a quedar en estado de indefensión”, nos preguntábamos.

Injusticia
Ante esto decidimos formar un grupo vecinal para defendernos todos juntos, añade. “Yo y otros eventualmente podríamos haber pagado a un abogado, pero no lo hicimos por solidaridad con nuestros vecinos y por una elemental reacción a lo que creemos es una arbitrariedad de la llamada mafia inmobiliaria”.

Entonces los vecinos solicitaron y obtuvieron del Tribunal Agrario la asesoría de un equipo de defensores de oficio.

“Ellos aceptaron nuestro caso y nos dijeron: se trata, sin duda, de una injusticia”, relatan los entrevistados.

Para fortalecer su defensa, el comité vecinal integró un equipo de estudio e investigación, abocado a reunir pruebas contra el ejido. El equipo encontró, entre otros documentos, los planos que sustentan las denuncias en su contra los cuales, dicen los directivos, presentan graves alteraciones realizadas, al parecer, por las mismas autoridades agrarias.. (Continuará).— HERNÁN CASARES CÁMARA


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